La realidad es que las orcas son unos depredadores impresionantes, pero eso de asesinas no les va, ni se sustenta, escribe Jorge Bauzá-Ortega
La realidad es que las orcas son unos depredadores impresionantes, pero eso de asesinas no les va, ni se sustenta, escribe Jorge Bauzá-Ortega
Imagina que eres una ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) con 80,000 libras de peso y 55 pies de largo, veraneando en las cálidas aguas al norte de Puerto Rico. Tal vez llegas a la costa de Rincón o al norte de la República Dominicana, en el llamado Banco de la Plata, la Bahía de Samaná o el Banco de la Navidad. Puede ser que tenías previsto arribar al Caribe en diciembre, pero te quedarás hasta mayo. Vienes del norte, de muy lejos. Tal vez, tu punto de partida fue el Golfo de Maine, las costas de Groenlandia, Islandia, Noruega o Labrador. Allá son aguas frías donde te alimentas a 8,000 millas de distancia de los mares caribeños. Sin embargo, realmente no vienes al Caribe de vacaciones, sino en busca de una pareja para conquistar, aparear y procrear. Todos estos eventos ocurren en sincronía en estas aguas. Y cada año repites esta fascinante dinámica. Así es la vida de una ballena jorobada.
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