El Proyecto del Senado 326 apunta hacia un camino importante en el sistema de justicia de Puerto Rico: moverse hacia la justicia restaurativa y utilizar la educación como instrumento de transformación, escribe Ana Irma Rivera Lassén
El Proyecto del Senado 326 apunta hacia un camino importante en el sistema de justicia de Puerto Rico: moverse hacia la justicia restaurativa y utilizar la educación como instrumento de transformación, escribe Ana Irma Rivera Lassén
No me sorprende que algunas personas minimicen el acoso sexual callejero argumentando que los piropos son parte de nuestra cultura. Así pues, atacan proyectos legislativos que buscan erradicar distintas manifestaciones de violencia de género y garantizar los derechos de las mujeres, en todas sus diversidades, a vivir en paz y seguras. Eso ha ocurrido antes. Ocurrió cuando se aprobó la Ley 54 de violencia doméstica, decían que eran problemas de pareja y no tenían que meterse en eso, y ocurrió cuando se discutió la ley de hostigamiento sexual en el empleo, la cual también asociaban a la cultura de los piropos. Para atacar ambas legislaciones, se argumentó que traerían una lluvia de denuncias viciosas, vagas e injustificadas. Hoy, no hace falta hablar de lo necesarias que han resultado ser estas dos leyes y de la importancia de que exista política pública en contra de la violencia en la relación de pareja y en contra de acercamientos sexuales no deseados en el entorno laboral.
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