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prima:Deprimentes emociones

Era un hombre que, sin haber estudiado leyes, y con grandes problemas para articular ideas, llegó a ocupar la vicepresidencia del Tribunal Supremo de Irán y hasta desempeñó el cargo de fiscal general, escribe Mayra Montero

22 de mayo de 2024 - 11:25 PM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
En esta imagen proporcionada por la agencia de noticias Moj, rescatistas trabajan en el lugar donde se estrelló un helicóptero que llevaba al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, en Varzaghan, en el noroeste de Irán, el lunes 20 de mayo de 2024. Raisi, el ministro de Exteriores del país y otros funcionarios fueron encontrados muertos el lunes, horas, después de que su helicóptero se estrellara en una región montañosa y en neblina en el noroeste del país. (Azin Haghighi, Agencia de noticias Moj via AP) (The Associated Press)

Entre tantas emociones como las que hemos vivido esta semana —hay emociones deprimentes, ¿no les parece?-, hemos pasado por alto la muerte del presidente iraní, Ebrahim Raisí, un asesino despiadado, llamado por su propio pueblo “el juez de la horca”. Y esto, porque en el verano de 1988, cuando aún no había cumplido treinta años, colaboró para que unos 5,000 presos políticos fueran ejecutados. Todo un monstruo que, más de tres décadas después, fue el responsable de la muerte de una joven de 22 años, Mahsa Yina Amini, detenida y a las pocas horas clandestinamente ejecutada porque no llevaba el velo bien puesto.

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