La lección es clara: no existe empatía, tampoco solidaridad y mucho menos sensibilidad para quienes mantenemos vivo el sistema de Educación en Puerto Rico, los maestros, escribe Carmen Fernández
La lección es clara: no existe empatía, tampoco solidaridad y mucho menos sensibilidad para quienes mantenemos vivo el sistema de Educación en Puerto Rico, los maestros, escribe Carmen Fernández
Durante décadas, la clase magisterial puertorriqueña ha sido vilipendiada, ofendida, poco valorada y mal remunerada. La vocación y el compromiso con nuestros estudiantes y con la educación puertorriqueña nos ha llevado a soportar, durante años, múltiples atropellos e injusticias a granel. No obstante, la peor injusticia de todas ha sido la aprobación del Plan de Ajuste a la Deuda(PAD). El PAD destruye el sistema de retiro de maestros y nos condena a la indigencia, una vez nos retiremos, luego de largos años se servicio.
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