
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No hacer valer los derechos de las y los consumidores de sustancias representa un acto de violencia que contribuye seriamente en la exclusión social y, en ocasiones, se traduce en la muerte. Las condiciones sociales y de vulneración que experimentan las personas con trastornos relacionados al consumo de sustancias les niegan la oportunidad de ser escuchados y reivindicados. Además, les limitan la capacidad organizativa para reclamar reparación de las constantes injusticias que enfrentan. Por tal razón, es mi interés hacer un llamado y accionar con los profesionales y agencias que ofrecen servicios a estas poblaciones para exigirles que detengan la violencia. También quiero nombrar una variedad de prácticas que aparentan ser aceptadas por la comunidad que ofrece tratamiento de opioides, pero que se alejan abismalmente de la literatura y de las prácticas informadas por la evidencia.
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