Eso es lo que estamos experimentando, de un tiempo a esta parte, todos los días. Que si el IVU, que si el IVA, que si llueve. Se tuesta cualquiera; no se puede, no se puede, vamos a cambiar este tema rapidito. Hablemos de diacríticos, que ni es lo mismo ni se escribe igual. En la ortografía el diacrítico sirve para dar a una letra o a una palabra algún valor distintivo. En la lengua oral no hay tal cosa, pues no hace falta; todo se logra con la voz. Le recuerdo que la lengua escrita trata de aproximarse a la lengua oral (nunca lo logra, pero bueno...). Son diacríticos los signos de acentuación, de exclamación, de interrogación, etc,. Usamos estas marquitas especiales para matizar la lengua escrita (que es sordomuda), y acercarla a la expresividad y la melodía exclusiva de la lengua oral. Si no fuera por los diacríticos no podríamos distinguir una pregunta de una oración declarativa. Por ejemplo: ¡Llegó el agua! ~ ¿Llegó el agua? Ambas oraciones son idénticas, pero gracias a los diacríticos sabemos que una de ellas es más feliz que la otra. En lengua oral solo nos basta con oír (y ver, usted sabe, lenguaje corporal). El repertorio de diacríticos del español es muy limitado: la tilde, la diéresis, el moño de la ñ, que muchos lingüistas no reconocen como un diacrítico, pero eso son otros veinte pesos, la coma, los signos de admiración, de interrogación, de punto y coma, el punto final y los de suspenso... que estamos viviendo en estos días críticos. ¡Lindo día!
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