La niñez expuesta a ambientes seguros, confortables y participativos tiene la oportunidad del desarrollo de su máximo potencial, madurez social y mayor receptividad en el ámbito educativo, dice Fernando A. Cuevas Quintana
La niñez expuesta a ambientes seguros, confortables y participativos tiene la oportunidad del desarrollo de su máximo potencial, madurez social y mayor receptividad en el ámbito educativo, dice Fernando A. Cuevas Quintana
El conocimiento que existe sobre el derecho de la niñez a jugar y tener espacios recreativos y de plena diversión es muy limitado. La ausencia del reconocimiento de este derecho significa una gran barrera frente a la participación activa de la niñez en nuestra sociedad. La Organización de las Naciones Unidas, desde la Convención de los Derechos del Niño, específicamente en su artículo 31 reconoce el juego como un derecho. Es importante mencionar que, aunque en esta columna me enfoco en la niñez, el juego va más allá de las edades.
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