Donald Trump no es Theodore Roosevelt, Charles De Gaulle y ni siquiera Ronald Reagan. Pero, no existe mejor embocadura para la convención nacional del Partido Republicano que lo ocurrido el sábado, escribe Carlos Díaz Olivo
Donald Trump no es Theodore Roosevelt, Charles De Gaulle y ni siquiera Ronald Reagan. Pero, no existe mejor embocadura para la convención nacional del Partido Republicano que lo ocurrido el sábado, escribe Carlos Díaz Olivo
Se trata de una imagen de esas que quedan preservadas para siempre en la historia. Un ensangrentado pero desafiante Donald Trump instruía a los agentes del Servicio Secreto que esperaran mientras enfrentaba a una multitud confundida, levantando el puño cerrado de su mano derecha y gritado, una y otra vez, “luchen”. En medio de un atentado a su vida, el expresidente no abandonó a su público en Butler Pensilvania hasta mostrarle su arrojo y determinación de seguir hacia adelante. La escena trasmitida en vivo y repetida por todo el mundo hizo evidente su fuerte conexión con sus partidarios y su dominio magistral de los medios de comunicación.
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