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Un 18 de mayo de 1896, hace 124 años, en el caso Plessy v. Fergusson, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos emitió - en una de sus más infames, desgraciadas y rastreras decisiones - la doctrina de “separate but equal”, entiéndase “separados pero iguales”. De esa manera, ese Tribunal Supremo dio “imprimatur” constitucional a la segregación racial bajo el supuesto de que, en Estados Unidos, los ciudadanos “negros” eran iguales a los “blancos” civil y políticamente, aunque no socialmente.
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