

Uno de los grandes peligros para el ser humano tiene que ver con una de sus creaciones más importantes, el Estado. Al Estado le hemos conferido autoridad para el uso de la fuerza, como presunta salvaguarda del interés común. En tal sentido, en la práctica, el Estado suele apropiarse de este poder para violentar derechos y beneficiar a quienes dominan el aparato gubernamental. Por ello, el ámbito de la acción gubernamental debe ser reducido. Los protagonistas y dueños del quehacer social son los individuos que configuran el pueblo y no el Estado. También por esa razón el respeto al estado de derecho, esto es, al conjunto de normas que protegen al ciudadano en su desenvolvimiento social, muy particularmente frente a quienes regentan el Estado, es fundamental.
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