En todo este despliegue de mensajes entre los estados enfrentados, el Caribe ha tomado nuevamente importancia diplomática y militar, escribe Héctor Rivera Tirado
En todo este despliegue de mensajes entre los estados enfrentados, el Caribe ha tomado nuevamente importancia diplomática y militar, escribe Héctor Rivera Tirado
Las desoladas y nevadas imágenes de la región oriental de Ucrania parecerán no estar conectadas con las cálidas aguas caribeñas. Contrastes que la geopolítica actual se ha encargado de borrar. El conflicto hasta ahora diplomático entre el gobierno ruso de Vladimir Putin y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky ha mantenido a los miembros de la OTAN, en especial a los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra en vilo. Producto de remanentes del final de lo que el autor inglés George Orwell llamó Guerra Fría, la posibilidad de que Ucrania, antigua república soviética, pueda pertenecer a la OTAN despierta rubores entre los políticos de la Federación Rusa, quienes no permitirían que tanques Abraham M-1, helicópteros Apache AH-64 o aviones F-22 o 35 de quinta generación estadounidenses fueran desplegados dentro de lo que se considera la zona de influencia de Moscú. A esto debemos sumarle la injerencia militar del Kremlin en la región de Donbass, que desde el 2014 amenaza con la integridad ucraniana, totalidad ya quebrantada por la anexión de la península de Crimea en ese mismo año.
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