

El servicio público es una verdadera vocación, tanto para jóvenes como para adultos. Vine a trabajar en el Congreso de los Estados Unidos en mi plena juventud, cuando solo tenía 22 años, y me fui cuando ya era una mujer en mis 40. Me quedé por 25 años en total, porque adoro la institución y lo que representa el Congreso, porque las posiciones que ocupé me permitieron ayudar a mejorar la vida de nuestros constituyentes y porque tuve un gran jefe por 20 de esos 25 años, quien me inspiró y fue el mejor mentor que cualquier joven profesional pueda pedir.
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