Lo siento Cuco, le dije, pero yo opto por la razón, por el análisis serio, por el pensamiento crítico y no puedo, ni quiero, ayudarte a recuperar tu práctica de meter miedo, escribe Silverio Pérez
Lo siento Cuco, le dije, pero yo opto por la razón, por el análisis serio, por el pensamiento crítico y no puedo, ni quiero, ayudarte a recuperar tu práctica de meter miedo, escribe Silverio Pérez
Fue tarde en la noche del pasado viernes. Mi esposa y yo regresábamos de haber cenado con un grupo de peregrinos en el casco de Santiago de Compostela y al caminar por la Rúa de Entrecercas, bajo una llovizna pertinaz, un personaje misterioso, cubierto por una capa que hacía imposible definir su rostro, me hizo señas de que le siguiera. De inmediato supe quién era. Mi madre me metió tanto miedo con él cuando no quería bañarme, o cuando no me dejaba que me sacara los piojos, que hasta familiar me pareció.
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