

Con el estreno de la película de Pixar Buscando a Nemo, en 2003, se desató gran interés por los peces de los géneros Amphiprion (peces payasos) y Paracanthurus (peces cirujanos). A pesar de que la película realizaba críticas directas al tráfico de especies exóticas, levantó preocupaciones la posible alzas en la compra y venta de dichas especies. Por otro lado, el afán por ostentar acuarios de agua salada con los mismos animales del largometraje animado parecía ser algo atractivo, a pesar de lo difícil que pudiera ser mantener un ecosistema artificial de este tipo. A dicho interés momentáneo en especies que son utilizadas en los medios de entretenimiento (cine, televisión, música, etc.), se le denominó el “Efecto Nemo”.
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