¿Cuánto amamos a Puerto Rico? ¿Eso incluye a su gente? ¿A toda? Y si la amamos, ¿por qué no creamos las condiciones para asuman su poder y tomen decisiones libres? Preguntas como éstas deberían insertarse en la discusión pública de dos temas que nos quitan el sueño. La deuda pública y el status. ¿Pensar y ser racionales? Por supuesto. Pero también sentir amor y empatía.
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