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Si la historia fuera otra… si las estructuras nuevas y las del estilo clásico, art deco o del renacimiento español, se confundieran en las calles narrando historias, las propias y las ajenas… Si los edificios históricos relataran su entretejida y valiosa trayectoria en los contextos urbanos contemporáneos, sin la tensión agotadora de su posible desaparición. Si en lugar de la demolición, fuego, abandono o desaparición de nuestro patrimonio habláramos de valiosas joyas habitadas, reusadas y ocupadas. Si el joven Luis Alberto Maldonado, defensor de la permanencia del Hotel Normandie, en lugar de pintar la fachada del icónico edificio para alzar la voz ante la amenaza de su demolición, estuviera celebrando la esencia de su arquitectura, inmaculada condición y efervescencia que produce su existencia. La historia, como pueden imaginar, sería otra. Fuera una donde el patrimonio edificado es conciencia social y cultural, así como eje motor del desarrollo económico y turístico del país.
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