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Lo urgente no deja tiempo para lo importante. Cuando Jesús se volteó a mirar a la “mujer del flujo de sangre”, el episodio tomó un giro inesperado. La mujer, enferma desde hace doce años, había sido sanada al instante; ¿Cuál es la necesidad de la conversación? Si el milagro ya fue hecho y Jesús anda con prisa camino a sanar una niña; ¿para qué se detiene? Dice el texto bíblico que al instante en que la mujer tocó el manto del Maestro se sanó. Dice también el texto que Jesús, al conversar con ella, la salvó. El contraste entre sanidad y salvación deja claro que la mujer va en busca de atender su urgencia, Jesús en cambio atiende lo importante.
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