Nuestra escuela de medicina, la más antigua del país, ha permitido que numerosos estudiantes se conviertan en médicos exitosos. Pero llegamos al límite elástico de nuestro trabajo y esfuerzo, escribe Humberto Lugo Vicente
Nuestra escuela de medicina, la más antigua del país, ha permitido que numerosos estudiantes se conviertan en médicos exitosos. Pero llegamos al límite elástico de nuestro trabajo y esfuerzo, escribe Humberto Lugo Vicente
Cuando era joven, tuve un maestro en la escuela superior que solía enfrentar situaciones difíciles usando una liga que estiraba entre sus pulgares. Aunque parecía que la liga iba a romperse, nunca lo hacía, incluso cuando pensábamos que iba a doler, si se rompía. Llegué a imaginar que, de estirarla más allá de su límite, un fragmento podría salir disparado hacia mi peor enemigo. Sin embargo, esto era solo una fantasía juvenil.
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