Hoy los vientos soplan en otra dirección. Aunque se respira tranquilidad en la cúpula del gobierno federal, los retos no se borraron con el cambio de mando y son enormes, escribe Roberto L. Prats Palerm
Hoy los vientos soplan en otra dirección. Aunque se respira tranquilidad en la cúpula del gobierno federal, los retos no se borraron con el cambio de mando y son enormes, escribe Roberto L. Prats Palerm
Hoy se siente como la noche del año nuevo. El conteo regresivo marcaba los minutos que quedaban para apagarle el megáfono al presidente saliente Donald Trump. El mundo quería ver este día llegar para dejar lo malo atrás. Él ya no está en Washington, D.C., ya no hay cuenta de Twitter, no tenemos que esperar otra irracional expresión de autobombo ni ver en tiempo real el debilitamiento de los cimientos de la democracia norteamericana. Hoy es el día del gran reset. Ya se respira paz y ahora entra en escena la nueva pareja presidencial de Joe y Jill Biden. También la primera mujer en asumir el segundo cargo más importante en la historia de los Estados Unidos, Kamala Harris. El contraste no puede ser más elocuente.
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