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He escuchado a algunas personas referirse al convicto Hermes Ávila Vázquez como un “monstruo”. Los comprendo, es difícil concebir que un ser humano no tenga ni pizca de compasión con una joven mujer indefensa, que ni siquiera lo conocía, madre de dos niños y que acababa de comprar un bizcocho de cumpleaños para su amado esposo. En el 2005, Hermes la persiguió en un estacionamiento. Cuando Celia López García abrió su guagua la empujó hacia adentro, donde la violó y la degolló. Luego de asesinarla, en un acto final de vil crueldad, Hermes le restregó a Celia en el rostro la crema del bizcocho.
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