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El nacionalismo estadista

José Molinelli González argumenta sobre un discurso emergente en el Partido Nuevo Progresista que a su juicio es una articulación selectiva en torno a la estadidad para Puerto Rico

19 de octubre de 2024 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
Favorecedores de la estadidad para Puerto Rico se manifiestan frente al Capitolio (Archivo GFR Media) (Alberto Bartolomei)

Desde la ocupación estadounidense en 1898, existen conjuntos políticos tanto aliados como opositores a la causa de integración política y cultural de Puerto Rico a los Estados Unidos. Anteriormente, mientras que partidos políticos secesionistas, autonomistas y soberanistas movilizaban consignas de protección de la puertorriqueñidad, como argumento en contra de la intervención federal en asuntos de política local, los estadistas luchaban por la integración plenaria política y cultural con Estados Unidos. Dada esta trayectoria centenaria, sería fácil asumir que estas dialécticas culturales bajo las cuales se abanderizaron los partidos polares principales de la isla persisten. Por esto es extraño ver como en este ciclo electoral los roles se han invertido, con el Partido Nuevo Progresista (PNP) adoptado dialécticas nacionalistas que impiden la integración política y cultural a la cual aspiran.

El primer elemento del nacionalismo estadista es su aparente secesionismo administrativo y jurídico de los Estados Unidos, el cual compromete el esperado grado de subordinación y uniformidad de un prospectivo estado. A través de la implementación de reglamentos internos en agencias como la Comisión Estatal de Elecciones presuntamente dirigidos a agilizar procesos administrativos, se reta la protección de derechos electorales sostenidos en la decimoquinta enmienda de la Constitución Federal y jurisprudencia clave como Moore V. Harper (2023). La condena por parte de figuras del PNP a la presencia de observadores y fiscales federales, convocados ante las anomalías vistas en el proceso de inscripción electoral, carga una articulación de intervención indebida y excesiva sobre política local. Otro ejemplo de esto es la práctica recurrente de proponer planes fiscales en reto abierto a lo dispuesto por el organismo federal conocido como la Junta de Supervisión Fiscal por razones de conveniencia electoral.

Curiosamente, el endoso por parte de dos congresistas estadounidenses puertorriqueñas a candidatos de la Alianza convocó reacciones adversas inclinadas a desacreditar la puertorriqueñidad y relevancia política de estas, opina José Molinelli González
Curiosamente, el endoso por parte de dos congresistas estadounidenses puertorriqueñas a candidatos de la Alianza convocó reacciones adversas inclinadas a desacreditar la puertorriqueñidad y relevancia política de estas, opina José Molinelli González (Xavier Araújo)

A nivel discursivo, el PNP ha adoptado en una dialéctica etno-nacionalista en cuanto a quien tiene derecho de participar y opinar en la política local, dificultando el objetivo de integración cívico-cultural con la ciudadanía estadounidense. Las opiniones en crítica al gobierno actual por parte artistas y miembros de la diáspora son enmarcadas como impropias cuando los proponentes residen, estudiaron, o se lucraron de Estados Unidos, extendiéndose la crítica a su selección de pareja, y su adhesión etno-lingüística al constructo bucólico de la puertorriqueñidad. Curiosamente, el endoso por parte de dos congresistas estadounidenses puertorriqueñas a candidatos de la Alianza convocó reacciones adversas inclinadas a desacreditar la puertorriqueñidad y relevancia política de estas.

Si bien es cierto que estos elementos nacionalistas permean la estrategia política del PNP frente a este ciclo electoral, es apropiado reconocerlos como selectivamente aplicables, solamente usados cuando la puertorriqueñidad es convocada como narrativa en contra de sus intereses, haciendo del nuevo y emergente nacionalismo estadista, uno peligrosamente selectivo. Sobre todo, el nacionalismo estadista pone en duda hasta que punto existe una genuina meta por llegar a la estadidad, cuando la estrategia cortoplacista para ganar la elección altamente compromete la asequibilidad de la meta por la cual sus electores les apoyan. En esto, el nacionalismo estadista tiene el potencial de aproximar la independencia mucho más de lo que es capaz de engendrar la estadidad.

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