El conocimiento producto de las observaciones solares, particularmente los estallidos de radio solares y las erupciones de plasma, evitó lo que podría haberse convertido en una guerra nuclear, escribe Irving A. Jiménez
El conocimiento producto de las observaciones solares, particularmente los estallidos de radio solares y las erupciones de plasma, evitó lo que podría haberse convertido en una guerra nuclear, escribe Irving A. Jiménez
La historia operacional del observatorio comienza el 3 de mayo de 1967, cuando llegó a la Base Ramey en Aguadilla el destacamento número 7 de la 4.ª Ala Meteorológica de la Fuerza Aérea. La misión de dos oficiales y cuatro pilotos era observar la actividad solar a diario en apoyo a los programas aéreos y espaciales. Para ese entonces, el observatorio solar, un telescopio óptico de 10 pulgadas apuntado al Sol, se había construido y comenzaba a vigilar la fotosfera y desarrollar mapas de las manchas solares. A la vez, en Arecibo, el radiotelescopio, con la participación del Laboratorio de Investigación de Cambridge de la Fuerza Aérea, estaba en funciones desde noviembre de 1963.
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