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Tal como los personajes de una opereta, a las 48 horas de haberse producido un apagón general en Cuba, sus principales dirigentes, que hasta el momento usaban ropas de civil, se enfundaron en uniformes verde olivo con insignias y condecoraciones y cuanta chapita encontraron en la casa. Esos uniformes llevaban un mensaje: “Nadie se mueva”. Y casi nadie se movió. Entre otras cosas porque, de un momento para otro, las calles se llenaron de miembros de la llamada Policía Nacional Revolucionaria, y los temidos boinas rojas de la brigada “especial” antimotines.
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