Este principio de paridad sienta las bases que socavan moralmente la democracia y, con ella, el pluralismo que posibilita en primera instancia la propia opinión religiosa, escribe Adolfo Fortier
Este principio de paridad sienta las bases que socavan moralmente la democracia y, con ella, el pluralismo que posibilita en primera instancia la propia opinión religiosa, escribe Adolfo Fortier
La excelente aportación del exsenador Eudaldo Báez Galib plantea que el sector religioso debe limitarse a “convencer” con doctrina desde el púlpito (Dios) y no desde la tribuna (César). Según el argumento, una democracia debe darles igual peso a las razones religiosas y a las seculares a la hora de justificar el poder coercitivo del Estado. Esencialmente, plantea el principio de la “paridad”. Es decir, al tener razones particularizadas de igual peso, ambos lados (Dios y César) tienen la obligación moral de convencerse mutuamente desde su punto de vista.
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