En la estructura exhibiríamos decenas de estatuas de los más importantes luchadores por asegurar su propio bienestar, escribe Héctor José Huyke
En la estructura exhibiríamos decenas de estatuas de los más importantes luchadores por asegurar su propio bienestar, escribe Héctor José Huyke
Una alternativa al oneroso proyecto de arreglar el puente atirantado de Naranjito sería convertirlo en un monumento al extraordinario empeño de todos y cada uno de nuestros gobernantes de aparecer públicamente días antes de los comicios generales como quien ha logrado grandes cosas, un monumento al férreo tesón de las personas que esos gobernantes ponen al frente de las agencias públicas para que logren que esos gobernantes corten todas las cintas que los puedan llevar al triunfo, e igualmente un monumento a los contratistas que hacen negocios con esas agencias y velan por sus propias espaldas con espíritu tan resoluto como los propios gobernantes y sus secretarios de gabinete velan por la atención del electorado. Al atirantado puente remozado le podríamos de nombre ‘Que no fui yo’, ya que, para todas esas luminarias, si alguien ha de responder por algún daño o violación de contrato, es algún otro.
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