Cuando se aprobó la Ley Foraker, en 1900, el pueblo puertorriqueño sintió una generalizada desilusión. Pasaba de obtener un primer paso a la autonomía anhelada en 1897 a una nueva forma de colonización, bajo el mandato del Congreso de los Estados Unidos. Aunque muchos líderes de la elite intelectual criolla y del movimiento obrero contemplaban la anexión como posible solución para la isla, otros iniciaron un discurso de afirmación puertorriqueña y de no claudicar a las más grandes aspiraciones democráticas y liberales. Entonces, líderes políticos como Rosendo Matienzo Cintrón, Luis Lloréns Torres, algunos desde la prensa como Ana Roqué de Duprey, Eugenio Astol y José Ramón “Momo” Mercado, entre otros, convocaban a la unión puertorriqueña.
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