Levantemos nuestra voz. Hagamos posible que del polvo y los escombros resurja y se levante una versión nueva y mejorada de este gran titán de la ciencia, dice Carmen Fernández
Levantemos nuestra voz. Hagamos posible que del polvo y los escombros resurja y se levante una versión nueva y mejorada de este gran titán de la ciencia, dice Carmen Fernández
De niña, escuchaba constantemente en las clases de ciencias e historia sobre la magnificencia del radiotelescopio de Arecibo. Mis maestros de grados primarios decían con orgullo que el radiotelescopio más grande del mundo se encontraba en Puerto Rico y que era protagonista de importantes estudios científicos. Aun dentro de la ingenuidad propia de esos años, me emocionaba plenamente escuchar lo que decían mis maestros sobre la importancia mundial de esta maravilla. Sus relatos apasionados provocaban que me extasiara imaginando lo importante y grandioso que era eso para mi país.
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