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El comercio ha sido el sustento de las civilizaciones. La capacidad de intercambiar bienes entre los pueblos permite una mayor abundancia de recursos que podrían utilizarse para una plétora de aplicaciones necesarias para el desarrollo humano. Desde la antigüedad, el centro del comercio y la política global se compartió entre los continentes europeos y asiáticos, con énfasis en las civilizaciones de China e India. Entre estos dos gigantes asiáticos el acceso a su riqueza y población dominaron la política europea y asiática durante siglos. Fue este interés de expansión geopolítica hacia Asia lo que condujo a la conquista de América por Cristóbal Colón y la carrera de colonización y expansión de los imperios europeos. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX que la cumbre del desarrollo sociopolítico y económico humano cambió a un enfoque euroamericano, con el advenimiento de la red transatlántica, de esta forma convirtiendo lentamente a Asia menos en el centro del mundo y más en otro mercado de masas que los imperios europeos y los Estados Unidos explotaban.
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