Las luchas políticas son campos de batalla en los que la suspensión de la incredulidad juega un papel fundamental, escribe Vanessa Droz
Las luchas políticas son campos de batalla en los que la suspensión de la incredulidad juega un papel fundamental, escribe Vanessa Droz
Vivimos en tiempos, hoy más que nunca, del “suspension of disbelief” —de la suspensión de la incredulidad—, término utilizado, sobre todo, en los estudios literarios, pero que incide en nuestra vida diaria de maneras prodigiosas: cuando nos insertamos en videojuegos, cuando vemos televisión, cuando creemos algo que (quien sea) publica en las redes sociales, cuando leemos una obra de ficción —ya sea cuento o novela, principalmente—. Se trata, simple y sencillamente, de nuestra habilidad mental para sustraernos de toda lógica, de todo análisis para dejarnos llevar por unas instancias o propuestas que forman parte de una ficción; que, como define el Diccionario de la RAE, es una “acción y efecto de fingir”.
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