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EL VERBO OLITUPEAR

Aida Vergne habla de la capacidad de los niños de adquirir su morfología (reglas de formación de palabras).

18 de febrero de 2015 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

La capacidad de los niños de adquirir su morfología (reglas de formación de palabras) se pone en evidencia cuando las emplean de forma correcta al hablar. Los supuestos “errores” muestran dominio y provocan sobregeneralizaciones. Por eso, cuando los niños se topan con una forma irregular la tratan como regular. ¿Ejemplos?... no cabo, está rompido, yo sabo, etc. El asunto es que estos “errores” revelan que no están imitando a los padres. Un estudio clásico entre niños de nivel elemental mostraba la imagen de un animalito imaginario. Les decían: “Este es un Wug”. Luego les mostraban otra imagen con dos animalitos. Los niñitos tenían que completar la oración: Ahora hay dos _______. Siempre formaron el plural correcto sin problemas (que tiene dos formas subyacentes). Es un hecho que los niños adquieren las reglas de sus lenguas y su repertorio de inflexiones regulares a muy temprana edad. Esas reglas permanecen con nosotros toda la vida. Usted es capaz de conjugar un verbo regular desconocido, porque las “reglas de formación de palabras” son parte de su gramática mental. Esto nos lleva felizmente al verbo olitupear, que el abuelito de una colega lingüista le pedía que conjugara cuando era una niñita. “Vamos” -le decía bromeando y con cariño- “conjuga en presente, y en voz alta, el verbo olitupear: Yo ___________”. Mi colega Pat nunca falló. ¿Y usted?

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