
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Ninguna guerra fría ha terminado tan bien como esta. No me refiero, por supuesto, a esa demagogia bullanguera y machacona de nuestra cotidianidad politiquera, entre los liberales y los conservadores, ni a la risible infatuación nuclear de las potencias mundiales, sino a otra contienda tal vez más audaz, pasional e imaginaria, aunque igual de chismosa que la nuestra. Y digo chismosa porque aquella guerra fría literaria comenzó a la salida de un cine de la avenida Oaxaca, en Ciudad de México, cuando Mario Vargas Llosa le dio un puñetazo en el ojo izquierdo a Gabriel García Márquez.
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