Quien a estas alturas del juego le tema a la mogolla nunca ha probado un mondongo angelical que quita la resaca, escribe Cezanne Cardona
Quien a estas alturas del juego le tema a la mogolla nunca ha probado un mondongo angelical que quita la resaca, escribe Cezanne Cardona
La papeleta electoral también es un menú. Eso lo supo hasta Maquiavelo que, aunque nunca vio una papeleta electoral en toda su vida, escribió El Príncipe en una taberna de mala muerte llamada “La mala posada”. Allí, entre vinos, peleas, campesinos, carniceros y “comida de pobres”, Maquiavelo redactó el tratado de política más importante que se haya publicado jamás. Por eso, sorprende que, en una isla tan dada a la jartera como la nuestra, cunda un discurso homogeneizador que reduce el menú electoral a un solo alimento. Y es que detrás de la machaca con el voto íntegro y del miedo al hambre, se esconde un profundo clasismo. ¿Será por eso que hay tanto restaurante por ahí convirtiendo las recetas populares en un espectáculo carísimo, inaccesible y gourmet? Algo así es lo que ha hecho la Comisión Estatal de Elecciones: publicar poquísimos anuncios de cómo votar mixto o por candidaturas; es decir, del menú electoral han escondido los especiales, los platos que dan para dos, las combinaciones cruzadas y las mixturas sin costo adicional.
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