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Cierto grado de libertad es condición necesaria para la vida política. Como apuntaba Hannah Arendt, la política es el espacio donde puede generarse un diálogo entre personas libres e iguales, sin ataduras de dominación o violencia como las del amo o el esclavo, el gobernante o el gobernado. Más allá de cualquier ideología, la política es una necesidad intrínseca de la vida humana ante la realidad de nuestra interdependencia como sujetos individuales y sociales. Donde hay política (legítima) no debe haber ni violencia ni dominación. Por tanto, estrategias proselitistas que pretenden provocar o perpetuar emociones como el miedo, la ira o el asco, restan libertad, se avocan al dominio y pauperizan significativamente la política.
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