La burbuja es prueba contundente de que somos capaces de hacer lo que nos proponemos, y que no hay reto grande que una voluntad aún más grande no pueda superar, escribe Raymond Dalmau
La burbuja es prueba contundente de que somos capaces de hacer lo que nos proponemos, y que no hay reto grande que una voluntad aún más grande no pueda superar, escribe Raymond Dalmau
Cuando mi hijo Ricardo Dalmau me dijo un día que le propondría a los apoderados del Baloncesto Superior Nacional —el BSN— completar la temporada 2020 que se había iniciado en febrero y se había visto interrumpida por la pandemia del coronavirus, pensé que había perdido la cabeza. ¿Una burbuja al estilo de la NBA?, le pregunté. Una burbuja criolla, me contestó. Insistí en si él creía que eso era posible, pues yo, que conozco más o menos cómo funciona el BSN y la NBA, sabía que las burbujas en los deportes, es decir, la celebración de eventos deportivos en ausencia de su fanaticada, presentan retos muy serios para todo el mundo: jugadores, apoderados y personal de apoyo indispensable. “Voy a tratarlo”, fue su respuesta.
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