Las maestras fueron reinventando su praxis, creando mesas de diálogo y amor profundo en donde los estudiantes fueron reinventando sus vidas, tomando control de ellas, construyéndolas, escribe Ana María García Blanco
Las maestras fueron reinventando su praxis, creando mesas de diálogo y amor profundo en donde los estudiantes fueron reinventando sus vidas, tomando control de ellas, construyéndolas, escribe Ana María García Blanco
En el 1990, luego de tres años de cierre y trabajo arduo de la comunidad, abrió sus puertas la Escuela Juan Ponce de León en Guaynabo. Cerrarla había significado un alza en la “deserción” escolar ya existente (40%) y la pérdida de cinco jóvenes a manos de la “guerra del narco”. La apertura escolar era, literalmente, un asunto de vida o muerte.
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