La ausencia de espejos en la literatura infantil y los medios ha tenido un efecto significativo en la desconexión racial en la isla, escribe Úrsula Túa
La ausencia de espejos en la literatura infantil y los medios ha tenido un efecto significativo en la desconexión racial en la isla, escribe Úrsula Túa
La primera vez que escuché a un niño utilizar la frase “¡es igual que yo!” fue en mi salón de primer grado, durante la lectura del libro “Sulwe” (2019), escrito por la actriz Lupita Nyong’o. Utilizando unas ilustraciones impresionantes, este libro narra la historia de una niña que desea que su piel negra sea más clara. Al principio del libro, Sulwe intenta aclarar su piel frotándola con gomas de borrar, comiendo comida de colores claros y utilizando maquillaje. Fue en esa página que mi estudiante de siete años levantó su mano y me dijo “¡es igual que yo!”. El estudiante compartió que su color de piel es mucho más oscuro que el resto de sus familiares y a menudo ha deseado ser diferente. “Sulwe” fue el primer libro en el que mi estudiante vio este aspecto de su vida reflejado. El libro sirvió como un espejo de sus deseos y luchas internas.
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