

Apenas comenzaba marzo cuando la temperatura en Puerto Rico alcanzó los 90 grados Fahrenheit, igualando un récord establecido en 1960. En semanas recientes, este diario reseñó un informe de la organización Climate Central que colocó a San Juan como la sexta ciudad más calurosa del mundo. Una recomendación constante para enfrentar este problema creciente del calor extremo es reforestar y conservar las áreas boscosas. La infraestructura verde ayuda a mitigar el efecto de las temperaturas elevadas. Además, los árboles ofrecen sombra y frescura. Nos proveen el oxígeno que nos mantiene vivos, alegran el espíritu, apoyan a manejar las aguas de lluvia y evitar inundaciones, filtran el aire y reducen la necesidad de prender aires acondicionados, lo que permite ahorrar energía.
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