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En el ámbito político, pocas cosas sorprenden, excepto, claro está, todo lo que involucra al expresidente Donald Trump. Sus actuaciones levantan pasiones que producen un incondicional respaldo de sus seguidores y un comportamiento errático de sus detractores y oponentes. Donald Trump no es el producto de la polarización, sino su portaestandarte. A pesar de haberlo derrotado en las pasadas elecciones, la actual administración no ha podido liberarse de su espectro y, por el contrario, en su interés de erradicarlo de la política, lo han posicionado como el presunto próximo presidente de los Estados Unidos.
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