Lo que parece increíble es que haya personas que quieran estar atadas permanentemente a un país que se pasea al borde de ese barranco y que es tan adicto a tantas formas de violencia, escribe Víctor García San Inocencio
Lo que parece increíble es que haya personas que quieran estar atadas permanentemente a un país que se pasea al borde de ese barranco y que es tan adicto a tantas formas de violencia, escribe Víctor García San Inocencio
Estados Unidos se las está jugando y viendo bien feas. Se retuerce su entidad política en luchas intestinas muy severas que ponen en juego su efímera y retórica ilusión democrática. Sus enemigos interiores más fuertes provienen de sectores económicos poderosos que han ocupado las jefaturas más altas. Se han juntado las frustraciones de un sector amplio de la clase media junto al reavivamiento de los peores prejuicios y de las heridas no cicatrizadas de la historia de ese país, como son la esclavitud y el racismo, la subyugación de sus pueblos indígenas originarios y los de la conquista de los territorios de sus vecinos, para exacerbar y articular una corriente política que va hacia el abismo. Se habla de una guerra civil que ya empezó en diferentes frentes y niveles.
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