Sospecho que, tras el cariño unánime de Mundi, se esconde no solo nuestra pasión por el gigantismo gubernamental, sino la repetición exótica de la fuga a la que siempre recurrimos: que lo resuelva otro, escribe Cezanne Cardona Morales
Sospecho que, tras el cariño unánime de Mundi, se esconde no solo nuestra pasión por el gigantismo gubernamental, sino la repetición exótica de la fuga a la que siempre recurrimos: que lo resuelva otro, escribe Cezanne Cardona Morales
El cariño animal puertorriqueño es todo un misterio. Mientras a la elefanta Mundi le sobran corazones y reportajes, a las gallinas de palo nadie las quiere. Su principal depredador son los boricuas al volante que las aplastan, sin pena y con gloria. No se salvan ni las crías de esa iguana verde que, preñada y medio destripada por la goma de un carro, ha dejado una estela de huevos entre los carriles. ¿Será que amamos a Mundi porque está en cautiverio y odiamos a las gallinas de palo porque gozan de plena libertad?
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: