El partido tiene nuevo presidente, sí, pero su supervivencia y sus posibilidades de éxito residen en la acción concertada, en el rechazo a la soberbia, en deshacerse del pasado y en poner primero a Puerto Rico, escribe Armando Valdés Prieto
El partido tiene nuevo presidente, sí, pero su supervivencia y sus posibilidades de éxito residen en la acción concertada, en el rechazo a la soberbia, en deshacerse del pasado y en poner primero a Puerto Rico, escribe Armando Valdés Prieto
Con la elección de Jesús Manuel Ortiz como presidente del Partido Popular Democrático (PPD), la colectividad tiene una nueva oportunidad, a poco menos de 18 meses para los comicios generales del 2024, para replantearse ante el electorado. En sus primeras intervenciones en medios desde ser declarado el ganador, incluida la entrevista que publicara este rotativo, Ortiz se ha mostrado humilde - virtud que lo ha caracterizado durante su trayectoria pública - y abierto a escuchar. Sin embargo, los retos que enfrenta el PPD son inmensos y ninguna persona, ni siquiera el mismo Muñoz Marín, podría enfrentarlos sola. Volver a ganar la confianza del pueblo de Puerto Rico, fijar una visión clara para el país, y distinguirse del Partido Nuevo Progresista (PNP), es una agenda colectiva, no un proyecto personal. Así pues, el PPD tiene que mirarse en el espejo de forma seria y detenida.
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