Para aumentar las plazas de residentes se necesitan maestros médicos. Estas modificaciones ayudarían a tenerlos y a prevenir la fuga, escribe Manuel Martínez Maldonado
Para aumentar las plazas de residentes se necesitan maestros médicos. Estas modificaciones ayudarían a tenerlos y a prevenir la fuga, escribe Manuel Martínez Maldonado
La implantación forzada de la mal llamada “reforma de salud”, cuya razón de ser fue por motivos políticos, selló la suerte de la medicina en Puerto Rico. La movida pretendía emular lo que los Clinton querían para los Estados Unidos. Allá, la propuesta que ayudaba a millones de personas fue bloqueada por las aseguradoras de salud, los enemigos del presidente y los republicanos. Tampoco se les prestó la debida atención a las sugerencias de grupos médicos. Aquí se impuso; se escucharon las sugerencias de médicos que no entendían, y las aseguradoras se aprovecharon. El efecto fue la muerte del sistema Arbona de salud, que debió de haber sido fortalecido para solidificar aún más el entrenamiento de médicos. En vez, se vendieron los CDT, los hospitales regionales, y el costo excesivo todavía lo está y lo seguirá pagando el país endeudado.
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