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Aparentemente la xenofobia, el odio por el extranjero, es el último racismo aceptable en sociedad hoy en día. Recientemente escuché a un profesional argumentando que los inmigrantes venían a quitarnos derechos. En otro contexto, una iglesia cristiana, una persona me argumentaba que los inmigrantes son traficantes de drogas y que por eso había que construir el muro y cerrar las fronteras. En ambos casos solo recordé las palabras de Jesús cuando dijo “fui forastero y me acogiste”. Al interlocutor cristiano se lo dije y lo que hizo fue reírse. ¿A quién le creía más, a Trump o a Jesús? Aparentemente eso estaba ya decidido.
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