

Durante sus mandatos presidenciales Donald Trump ha implementado políticas arancelarias agresivas que han transformado profundamente las relaciones comerciales de Estados Unidos, particularmente con China. Lo que se suponía era una estrategia para proteger la industria y economía estadounidense, se transformó en una auténtica guerra económica, caracterizada por constantes aumentos arancelarios, tensiones bilaterales sin precedentes y represalias. Esta confrontación ha estado acompañada de un discurso político y mediático que responsabiliza a China de múltiples crisis globales, que van desde disputas comerciales, pandemia por el COVID-19 y ciberataques hasta la crisis por el fentanilo. Tal narrativa no solo ha afectado la diplomacia internacional, sino que también ha tenido repercusiones directas sobre las comunidades chinas y asiáticas en Estados Unidos.
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