Imagino que tendremos que pedirle permiso al FBI para que nos deje exhibir los cinco relojes de Félix ‘el Cano’ Delgado como parte de nuestro Museo Insular de la Corrupción, dice Cezanne Cardona Morales
Imagino que tendremos que pedirle permiso al FBI para que nos deje exhibir los cinco relojes de Félix ‘el Cano’ Delgado como parte de nuestro Museo Insular de la Corrupción, dice Cezanne Cardona Morales
A Goya se le hizo más fácil que a nosotros: pintó un bastón entre las piernas del generalísimo Manuel Godoy y con eso mató dos pájaros de un tiro. Por un lado, Goya retrató a Godoy con su uniforme militar, tras la breve Guerra de las Naranjas, reclinado en una especie de butaca y, por otro, le colocó la vara de mando entre las piernas para acentuar el rumor que venía retumbando en palacio: que el único poder que le quedaba era el de su amorío con Pepita Tudó en la cara misma del rey tontorrón Carlos IV, el gran aficionado de los relojes. Poco tiempo después, Goya pintó un retrato de gran formato titulado La familia de Carlos IV en el que se representó él mismo frente a un lienzo sobre un caballete -como antes hizo Velázquez- pero detrás de los trece pomposos miembros de la familia, en un tono sombrío o fuera de foco; tal vez la primera mirada periodística de la pintura y con la cual parece revelarnos algo de esta alegoría del tiempo en la que nos encontramos por culpa de un alcalde que vendió su alma y el municipio por cuatro o cinco relojes Rolex.
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