Los costos de la corrupción son reales e inmensos. No la normalicemos, dice Jorge Schmidt Nieto
Los costos de la corrupción son reales e inmensos. No la normalicemos, dice Jorge Schmidt Nieto
La corrupción de los supuestos servidores públicos produce enormes costos sociales, económicos y políticos. Las impactantes noticias de los arrestos de alcaldes, ayudantes y empresarios se centran en la ética personal de los individuos. El estilo de vida extravagante de alcaldes y empresarios, costeado con fondos del pueblo, les produce indignación a muchas personas. Sin embargo, en la medida en que esos hechos se repiten en varias administraciones de gobierno, la indignación se va tornando en frustración y de ahí en resignación. Una vez se acepta la corrupción como algo inevitable, que todos hacen, se generaliza la opinión de que la política es en esencia, ontológicamente, corrupta. En ese momento gran parte de la población se retira de la participación política, empezando con dejar de votar. Por lo tanto, la corrupción en el gobierno afecta negativamente la cultura política de un pueblo.
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