Tito Matos no merece un minuto de silencio. El mayor honor que se le puede rendir es no dejar caer el repique de los panderos, la gestión cultural y la organización comunitaria, escribe Sonia Cepeda
Tito Matos no merece un minuto de silencio. El mayor honor que se le puede rendir es no dejar caer el repique de los panderos, la gestión cultural y la organización comunitaria, escribe Sonia Cepeda
Hace mucho tiempo escuché a unos compañeros latinoamericanos corear la consigna: “Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio. Toda una vida de lucha”. Desde entonces me ha acompañado, en especial, en las partidas de compañeres y colegas que han realizado aportaciones significativas a las múltiples luchas de nuestra Patria. La noticia de la partida repentina de este plano físico de Tito Matos la trajo una vez más.
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