La inteligencia de Kissinger en asuntos del ‘realpolitik’ era incuestionable y, en una época decisiva, ostentó importantes puestos y un grado notable de influencia en la política exterior de Estados Unidos, escribe Julio Fontanet
La inteligencia de Kissinger en asuntos del ‘realpolitik’ era incuestionable y, en una época decisiva, ostentó importantes puestos y un grado notable de influencia en la política exterior de Estados Unidos, escribe Julio Fontanet
La pasada semana falleció el exsecretario de Estado de los Estados Unidos bajo la presidencia del Richard Nixon. Mi primera reacción fue relacionar, instintivamente, alguna información que había leído hace años. Recuerdo un escrito de Juan Antonio Corretjer a los efectos de que los grandes cambios de la humanidad acontecen cuando existen las circunstancias propicias para ello, pero, además, cuando estas coinciden con los hombres y mujeres necesarios para su realización. En ocasiones se da lo primero, pero no lo segundo; y viceversa. También recordé La Divina Comedia, de Dante Alighieri, particularmente la parte sobre el infierno y los círculos que lo conforman. En esas sintonías, es difícil no pensar en Henry Kissinger.
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