Hay una regla de oro en la que hay que insistir: aceptar educarnos para recibir un grado va de la mano con la honestidad académica. De lo contrario, seremos un fraude intelectual, plantea Mildred Huertas Solá
Hay una regla de oro en la que hay que insistir: aceptar educarnos para recibir un grado va de la mano con la honestidad académica. De lo contrario, seremos un fraude intelectual, plantea Mildred Huertas Solá
Varios temas han aflorado en este momento crítico en el que nuestros recintos universitarios, predominantemente presenciales, cambiaron abruptamente la forma en que imparten la docencia: de una casi en su totalidad presencial a una en la que el aprendizaje a distancia es la norma y no la excepción. Entre estos, salta a la vista la interrogante de cómo se podrá manejar la honestidad académica en un ambiente virtual.
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