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Una estela de indignación, impotencia, tristeza y mucho dolor permea tras la ola de feminicidios que arropa a Puerto Rico. En enero, fue la joven madre Angie González, vilmente asesinada a manos del que fue su pareja consensual por 13 años. En los pasados días, Andrea Ruiz Costas, hallada en un paraje solitario en Cayey, semidesnuda y parcialmente quemada. Al día siguiente, Keishla Marlen Rodríguez Ortiz, fémina de 27 años cuya desaparición y eventual localización, lamentablemente sin vida, mantienen en luto a la ciudadanía puertorriqueña. Tres vidas, tres familias perennemente marcadas por la fatalidad.
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